La mayoría de quienes hoy son adultxs fueron en su momento fanáticxs de Rebelde Way, la recordada tira adolescente de los 2000 que hoy vuelve a transmitirse, entre críticas sobre su contenido, absolutamente obsoleto para los tiempos que se viven. En las redes sociales, la frase “Gracias mamá por no dejarme ver Rebelde Way” se repitió mucho en los últimos días.

¿Cuál es el grado de responsabilidad que tienen los diferentes medios de comunicación y difusión? ¿Por qué hay que poner especial cuidado en el contenido que se genera para les adolescentes? Sin dudas, la primera respuesta a estas y otras preguntas es que la ingenuidad no existe.

La famosa novela tuvo dos temporadas, una en 2002 y otra en 2003 y marcó la adolescencia de miles de personas en Argentina y otros países. A las emisiones por televisión, se le suma un cargado merchandising que incluía una revista, discos, DVD’s, indumentaria, álbumes de figuritas, anteojos, relojes, agendas y shows que llenaban teatros enteros. Un auténtico modelo de negocios que otros países intentaron imitar.

Fue tanto el éxito que alcanzó la historia de estos adolescentes, que se transmitió (con subtítulos y adaptaciones) en Uruguay, México, Ecuador, Israel y Europa, entre muchos otros lugares. Actualmente, la plataforma Netflix también la emite. Sí, en esta época de reflexión y rotura de esquemas, en esta época en la que se pretende deshacer casi todo lo dado porque daña, la plataforma más popular de distribución de contenidos audiovisuales toma esta decisión.

Pero, ¿por qué se cuestiona el relanzamiento de esta historia en un medio al que tienen acceso muchxs nuevxs adolescentes? Porque los mensajes que se transmitieron hace 17 años eran tan errados y violentos, que se pretende queden anulados, para no continuar con una crianza machista que daña a todes.

LA HISTORIA

Todo transcurre en el Elite Way School, un colegio privado de Buenos Aires al que acceden únicamente personas de clase alta, aunque había algunxs becadxs, cuya situación económica era completamente distinta (y en la novela se podía ver esto con claridad).

Los protagonistas son Mia, Pablo, Marizza y Manuel. Al principio son desconocidxs, pero finalmente se convierten en parejas amorosas. Gran parte de la violencia, la discriminación y los mitos sobre el amor romántico vienen desde y van hacia estxs protagonistas. Un ejemplo (sólo por citar uno) es la escena en la que Manuel encierra a Mia en la habitación del colegio, la tira a la cama, la besa en contra de su voluntad y rompe varias de sus cosas. La terminan salvando otras chicas del colegio, quienes encuentran a Mia en un estado de shock.

Sobre esta situación hay algo fundamental que aclarar: no está mal que se hable de violencia en el noviazgo. De hecho, es necesario hacerlo. El problema radica en el punto de vista que se le da: es decir, se puede hablar de este problema dando información, sin justificar y diciéndoles a las adolescentes que tienen derecho a vivir una vida libre de violencias; o se puede hablar de que los celos (que tiene Manuel en esa escena) son muestras de amor. Algo así como “si te cela es porque te quiere”.

En esta historia, Cris Morena (la creadora) decidió que toda la violencia que él ejercía sobre ella era sinónimo de amor, por lo que ambxs terminan juntxs, luego de que el agresor le pidiera perdón (ya en el último capítulo) “por todo el daño” que le había hecho.

La hipersexualización, definida como “la tendencia a enfatizar el valor sexual de la persona por encima de cualquier otra cualidad definitoria”, está presente en Mia Colucci, el personaje interpretado por Luisana Lopilatto, quien por tener un cuerpo estereotipado y aceptado como “bello” en la sociedad, es mostrada constantemente con poca ropa e incluso como “La nueva sex symbol” por la prensa, con sólo 15 años.

La discriminación sobre los cuerpos no estereotipados también estaba presente en los guiones de Rebelde Way. El personaje de Felicitas es el ejemplo más claro: era la mejor amiga (cumpliendo un rol de secretaria - asistente personal) de Mia, la miraba como su ejemplo a seguir porque era “linda” y soñaba con ser como ella y tener un novio. Si arrastramos esto a la realidad, vemos que esos modelos que se imponen van moldeando lo que las mujeres deben tener para ser aceptadas socialmente, y si no lo logran, quedan afuera de cualquier futuro próspero.

El abuso disfrazado de historia de amor (como el caso del preceptor Blas, que llega al Elite Way School y persigue constantemente a Mía), la homofobia y otros temas también están presentes en la historia.

Ahora bien, Cris Morena afirmó en un programa de televisión: “No somos educadores”, cuando un periodista (casi único en esa época) criticó la perspectiva desde la que se mostraban estos temas. Esta afirmación no sólo es errada, sino que también es una manera de eximir de culpa y cargo a les responsables de formar opiniones en las personas.

Los medios de comunicación son fundamentales en el desarrollo de las personas, lo quieran o no. Les niñes y adolescentes reproducen conductas y mensajes que consumen en la televisión, el cine o los libros. Esto, gracias a la influencia de un otre que le dé información y le permita tener otra perspectiva, puede ir modificándose, siempre y cuando sea necesario hacerlo.

Rebelde Way fue un reflejo de la sociedad violenta y también un potenciador de la misma.

Hace 17 años, el debate no estaba puesto en el contenido, básicamente porque el contexto era otro. Sin embargo, hoy, volver a transmitir esta novela implica un retroceso en la lucha por cambiar los contenidos y crear consciencia en los gigantes del entretenimiento, algunos de los cuales (como es el caso de Disney) están entendiendo la responsabilidad que tienen y apuestan a cambiar sus historias e incluso características de sus típicos personajes.

Entonces, decir que es sólo un programa de televisión y nada más está mal. Por el contrario, es un espacio valioso desde el que se debe acompañar el crecimiento de les niñes en un contexto de igualdad y libres de discriminación, inseguridades y violencias.